Estamos llegando al final de este año extraño, triste y siniestro que nos ha acompañado durante 12 meses que han parecido eternos y, a la vez, se nos han escapado en un suspiro. Un año que nos robaron, en el que el minutero del reloj dejó de tener sentido y vimos pasar las horas obligados a escuchar lo que reverbera dentro de cada uno.
Yo llevo 33 años lidiando con ese silencio atronador así que pensé que para mi no supondría tanto suplicio que se parara el mundo. No conté con los efectos colaterales de una pandemia sin fronteras. Este año me he dado cuenta que mi alma se marchita cuando no se siente libre.
Que tener a mis amigos lejos es para mí una constante, pero este año las fronteras no eran físicas, se volvieron intangibles y mucho más rígidas que las interpuestas por la simple distancia geográfica. Hubo momentos en los que se me olvidó como funcionaba para mí la vida. Y dejé de escribir… Durante un tiempo demasiado largo que trato de romper esta noche enfrentándome al folio en blanco que nunca fue para mí ningún castigo.
Ahora lo es, y entiendo lo que significa ese miedo, ese bloqueo de escritores de los que siempre leía desde la superioridad de aquel que nunca ha vivido algo parecido. Escribir y viajar, siempre pensé que era una persona de gustos sencillos. Que mi felicidad estaba a un vuelo y un boli de distancia. Que mi portátil y mi agenda serían lo único que llevaría conmigo a una isla. Este año se derrumbó todo aquello sobre lo que construí mi ideal de vida. Y podría haber seguido escribiendo, pero las voces de mi cabeza no le encontraban sentido a contar historias que ya habían sido escritas.
He vivido tantas cosas, tantos viajes, aventuras, travesías y locuras, que a veces pienso que no lograré volver a ser una persona a la altura de la que fui algún día.
Este año el mundo se paró y yo seguía corriendo porque aún tenía muchas cosas que hacer, decir, vivir, enseñar, transmitir… Pero al final, por mucho que intenté escapar, también a mí me atrapó la nada.
Este año he leído poco, no encontraba historias a la altura de la irrealidad que nos rodeaba y aposté por volver a mis novelas favoritas. Me refugié en el existencialismo de Sartre y la intensidad de Dostoievski para tratar de encontrar algún camino de vuelta a mi misma. Debo admitir que no son los mejores compañeros para mantener el positivismo en tiempos oscuros. El resto del tiempo que tendría que haber sido para recorrer Berlín, Rusia y quién sabe…quizás incluso Japón, lo dediqué a ver series para escapar del absurdo de aquellos días que pasamos encerrados sin saber que pasaría. Y los que vinieron después, atrapados en un limbo en el que nada era seguro todavía.
Algunas de ellas me despertaron, otras me hirieron profundo, hubo alguna que me decepcionó pero me dejó grandes enseñanzas y una de ellas me salvó de la oscuridad de mi misma. Hoy quiero compartirlas en parte por la belleza que transmiten y en otra parte, en una grande, para recordarme todo lo aprendido.
Que después el ruido tapa el silencio y vuelvo a olvidarme de escucharme a mi misma.
You, me, her
Empiezo este ranking por el final, por la menos memorable de todas (para mi) pero con la que me dejó un mensaje más claro al terminar. Esta serie fue un auténtico referente cuando la descubrí, me acompañó en un camino de auto descubrimiento y aceptación que me hacían verme reflejada en la indecisión y la autodestrucción de Izzy. Ella es para mi Lolita.
La juventud que se nos escapa, las ganas de ser diferente, de que te acepten y te entiendan. Es un personaje al que le tengo mucho cariño y para el que siempre quise un final feliz. Si no la has visto, el tráiler te contará que va de una relación poliamorosa y todo el caos que desencadena en el entorno de los protagonistas.
Para mi cuenta la historia de cómo, a veces, por intentar que los demás brillen, apagamos nuestra propia luz. Me decepcionó mucho el final (no voy a meter ningún spoiler) y entendí que me había marcado para Izzy unas expectativas difícilmente alcanzables en un mundo que trata de parecer progresista y liberal. Pero sigue siendo la misma cárcel, con distintas etiquetas para hacerla más atractiva.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 5 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 5/10
La maldición de Bly Manor
Los fantasmas, el más allá, la vida después de la muerte, eran mi obsesión desde niña. Me sentaba en el balcón con mi abuela a escuchar historias surrealistas y luego recorría corriendo el pasillo a oscuras para meterme en la cama y protegerme con mi manta de esas criaturas desconocidas.
Sentí miedo y atracción por los fantasmas hasta que vi La maldición de Hill House. Ahí mi percepción sobre los fenómenos paranormales empezó a cambiar. Se volvió más realista pero también más triste. Y tras pasar un otoño en un auténtico castillo del siglo XIX, Schloss Sommerswalde – “The Little Reichstag”, y no encontrarme a ningún personaje por sus inmensos pasillos, llegué a la conclusión de que los fantasmas existen, pero no son lo que siempre había creído.
Bly Manor es incluso más bonita y trágica que su predecesora. Es un cuento gótico de fantasmas a los que la traición, el dolor y el olvido arrastra a una espiral de ira que les hace perder el foco de lo que fue su vida. La forma en la que la serie mezcla las enfermedades mentales con las historias de los fantasmas hace que se desdibuje el límite entre lo que consideramos real y lo que podría ser uno de aquellos cuentos que protagonizaban mis noches de agosto en Córdoba.
Incluir a un narrador en la historia hace que nos sintamos acompañados mientras recorremos caminos desconocidos que llevan a lo más recóndito de la oscuridad que habita dentro de cada uno.
“Así entró en un bucle infinito: dormir, despertar, caminar, buscar y volver a dormir. El recorrido iba desde el lago de enfrente de la mansión, subiendo las escaleras y hasta su habitación, donde esperaba encontrar a su pequeña. Tantas veces hizo ese camino que al final no recordaba quién era ni lo que buscaba…dormir, despertar, caminar, buscar y volver a dormir”
Nunca la descripción de un fantasma reflejó de forma tan fiel la sensación que las personas con depresión tienen de ver como, poco a poco, empiezan a morir en vida.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 8/10
After Life
La he descubierto en último lugar y ojalá me hubiera acompañado al principio. Ricky Gervais es, desde ahora y en adelante, mi referente en la vida. Su humor ácido, su capacidad para reírse de todo, la forma en la que rompe lo políticamente correcto con un sólo comentario, me parece toda una oda a la libertad de expresión.
El otro día tuve un intenso debate sobre los límites de la misma y me di cuenta de cuantas personas me rodean que parecen defender la libertad hasta que les toca de cerca. Ojalá que a mí nunca me pase, espero no vivir poniéndole límites al humor. Desdramatizar es mi forma de enfrentarme al absurdo y por eso entiendo tanto al personaje de Tony. Cuando su mundo se desmorona y el amor de su vida ya no está ¿qué sentido tiene seguir aparentando ser lo que los demás esperan? Sin embargo, en ese camino lleno de ira y enfado con el mundo, encuentra el sentido de seguir luchando, a pesar de todo lo perdido.
A veces, mientras la veía, me preguntaba como una serie tan nihilista, en la que el suicidio es casi un personaje principal y se ven tantas vidas destruidas, me podía hacer sentir tantas ganas de seguir adelante. Y sobre todo, y pese a todo, especialmente pese a mi misma ¿cómo habrá podido una serie sobre un periódico cutre de un pueblo perdido, devolverme el amor por el periodismo?
No es una serie para todos los públicos, supongo que es para aquellos que no construyen límites para controlar el humor, la libertad, la vida.
«Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo»
Algunos dicen que la pronunció Voltaire, otros que no. Sea como sea, define mi idea de libertad de expresión.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 2 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 7/10
Peaky Blinders
Si has leído alguna de mis reseñas de series y películas sabrás que amo la ultraviolencia como hilo conductor de historias. Es mi catarsis personal, ver como todo se destruye y desvanece por obra del protagonista. Me sigo emocionando con la frase final de El club de la lucha y siempre opino que no podría haber mejor final para V de Vendetta que terminar formando parte de la chispa que lo prende todo para que un nuevo mundo renazca. Esa es mi fe idealista, punk y antisistema. Con la edad me he vuelto menos dramática pero sigo encontrando series que hacen renacer ese espíritu dormido.
Me gusta Thomas Shelby, (no solo físicamente, es mi crush favorito de todos los que aparecen en esta lista), principalmente, me gusta su complejidad.
No es un personaje bueno ni malo, aunque sus acciones sí lo sean. El actúa siguiendo una voz interior a la que nunca traiciona, independientemente de quien caiga en el camino. Las aventuras de la mafia, los tejemanejes de una Europa de entreguerras llena de almas rotas por el conflicto. Cuenta la historia de las personas olvidadas y enterradas en el fango. De como los animales salvajes siguen siéndolo por mucho que trates de domarlos durante toda tu vida.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 5 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 8/10
Emily in Paris
Esto se está poniendo muy dramático y voy a meterle una nota de color. De color rosa brillante. Rompo la dinámica intensita de las series anteriores para hacer una mención especial a la comedia que me ayudó a viajar sin moverme del sofá. A soñar con París y desear tener conversaciones filosóficas en el café favorito de Sartre y Beavoir.
Emily vive en su propia piel lo que implica el espíritu hedonista de los parisinos. Y, a su lado, volví a creer que la vida podía ser del color que uno elige pintarla. Rosa, dorado o de tonos brillantes y horteras, pero nunca en blanco y negro. Es la serie perfecta para desconectar y soñar. De ella aprendí a saborear la vida y los pequeños momentos que la hacen única.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 6/10
Hollywood
La incluyo en la lista en homenaje a mi hermano y todo aquello que su apoyo en este año infinito ha significado. Siempre me decía “tienes que verla, es la serie más feliz del mundo. Una historia en la que todo sale bien. Donde los buenos obtienen su recompensa y los malos se dan cuenta de lo que hacen mal y aprenden a cambiar” poco puedo añadir a sus sabias palabras.
Debo decir que, la primera vez que lo intenté, me decepcionó bastante. Un día no sabía que poner y volví a darle una oportunidad pero la puse doblada al español porque tenía pereza. Y…maravilla. La primera vez que en mi balanza el doblaje le gana a la versión original. Brindemos por los sueños que se cumplen, contra todo pronóstico, contra la realidad misma.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 7/10
Julie and the Phantoms
Hablando de fantasmas que no dan miedo y de historias tristes pero bonitas…esta serie de adolescentes fue de esas pocas que logró tocarme la fibra y arrancarme alguna lagrimita. La vi con 0 expectativas esperando una historia tonta para pasar el rato. Y lo que esconde es pura magia en forma de historia surrealista.
Me enamoré de los 3 fantasmas y recuperé mi propio amor por la música. Volví a mi plan frustrado de aprender a tocar algún día mi guitalele y deseé creer, como antes, en los cuentos de hadas y los finales felices.
Es una serie para recuperar la fe y recordar aquellos sueños que tu yo adolescente tenía sobre lo que sería la vida. Y para eso nunca es demasiado tarde. Si algo nos ha enseñado 2020, es que hay que vivir cada día como si fuera el último. Disfrutando el camino y los ensayos rutinarios, hasta que llegue el día que toque dar el concierto de tu vida.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 7/10
The good place
Me dolió mucho despedirme de Eleanor y Chidi en 2020 y le dediqué un largo artículo a todas las enseñanzas filosóficas que me dejaron entre risas y tonterías.
En parte es mi serie favorita y por otra siento que, si volviera a verla, nunca sería lo mismo. Así que la dejo anclada en el recuerdo de todo aquello que me enseñó sobre el sentido de la vida. No puedo añadir mucho más porque ya volqué todas las palabras que tenía para ella aquí y todo lo que pudiera añadir sería paja innecesaria que eclipsaría su magia.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 4 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 8/10 (baja puntos por las temporadas de relleno)
Zoey’s Extraordinary Playlist
Amo los musicales. Me encantaría saber cantar y tocar instrumentos para poder escribir uno con las fantásticas ideas que se le ocurren a las voces de mi cabeza. Mi vida pasa en tecnicolor y viene con BSO incorporada. Eso mismo le pasa a la protagonista de esta serie surrealista. Un buen día se levanta siendo capaz de escuchar la canción interna de las personas que la rodean “La voz del alma” como la define su mejor amiga.
Es mucho más difícil de lo que pensaba definir esta serie, me está quedando un relato superficial repleto de coristas al ritmo de música noventera. Para mi fue mucho más. De Zoey aprendí la importancia de la familia, el valor que tiene la verdadera amistad y recordé que la muerte es la única certeza que tenemos en la vida pero que no pasa nada, siempre habrá personas que sepan ver tus colores reales. Aquellos que te hacen brillar con luz propia. También que a veces no importa cual sea el destino si recorres el camino en buena compañía.
Escribiendo sobre ella me he dado cuenta que aún sigue doliendo…y eso, hoy en día, en un mundo hipersaturado y actualizado al segundo, supone una hazaña imposible.
Dónde verla: En HBO
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 8/10
The marvelous Mrs Maisel
Por culpa de esta serie me apunté a La Llama School a hacer cursos para ser monologuista y compartir mis desgracias con el mundo. Admito que, en ocasiones, me parece una serie floja y llena de tópicos que tratan de parecer feministas. Sin embargo, en la pasión que Míriam le pone a lo que hace se esconde toda una declaración de intenciones. En el momento en el que ella acepta quien es y apuesta por ser libre, desencadena un huracán de autoaceptación en su entorno que hace del mundo un lugar menos aburrido.
Además, gracias a la Maravillosa Señora Maisel, descubrí a Lenny Bruce. Un hombre libre que siempre estaba encerrado por empeñarse en ganarse la vida con aquello que mejor se le daba: hacer reír al mundo. Lenny creía que la libertad de expresión lo amparaba y luchó encima de un escenario por defenderla. El humor se puede etiquetar de muchas maneras, pero, como muchos de los protagonistas de este listado (y una servidora) opinan, no debe encontrar barreras que lo limiten.
Dónde verla: En Prime Vídeo
Cuánto dura: 3 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 7/10 (me gustan más los secundarios que el personaje principal y se vuelve lenta y sosa en varios puntos)
Hay una serie de la que no he podido escribir todo lo que me gustaría porque no sé bien como debería hacerlo.
Fleabag, la serie que me rompió el corazón
Y entonces recordé que aún lo tenía, ahí escondido, esperando volver a sentir, a saltar, a vibrar, por aquellas cosas que me rescataban del abismo en el que se mueve la protagonista. Nadie rompe la cuarta pared como ella, nadie es capaz de decir tanto con una sola mirada. Phoebe Waller-Bridge es mi otro crush y la amo incondicionalmente.
Su locura, rarezas y manías obsesivas, son un canto de amor propio y aceptación que resultan imprescindibles hoy en día. Mejor que la veas, no puedo decirte más, ya que todo lo que todo lo que me despertó lo volqué en una carta y declaración de amor escrita en aquellos días en los que la distancia que nos separaba no era tan solo física.
Dónde verla: En Prime Vídeo
Cuánto dura: 2 temporadas
Puntuación (inventada por mi): 9/10 (si hubiera pasado lo que SPOILER Jot Down cuenta en este artículo, SPOILER, tendría mi 10 sin duda)
Está bien no estar bien
La última de la lista, la primera en mi ranking. Esta serie es un regalo siniestro, oscuro, diferente y único. Es como ver Eduardo Manostijeras por primera vez, como leer La Melancólica muerte del niño ostra, como escaparte en una cama voladora con La bruja novata y correr aventuras con El pequeño vampiro en bosques perdidos de Alemania. Similar a la sensación que Roald Dahl despertaba con sus cuentos en la niña que fui.
It’s ok not to be ok, siempre tendrá un lugar destacado para mí. De las series coreanas estoy aprendiendo muchas cosas (me he enganchado a este género antes desconocido). Una, que en Europa hemos olvidado cómo contar historias. Vamos al grano, queremos saber el final antes de escribir el principio y dos, que la ficción es capaz de captar la belleza del mundo y condensarla en un instante infinito.
Este cuento siniestro en el que las hadas son oscuras y las brujas están llenas de bondad escondida, me ha hecho reconectar conmigo misma. Los escritores sabemos que los personajes de nuestros cuentos viven en realidades alternativas esperando que los rescatemos del olvido. Cuando les das una misión, una historia, un camino, su luz vuelve a brillar y son capaces de enseñar todo aquello que tú ni sabías que ya conocías.
Hay que verla con los ojos de los niños que fuimos, pero sobre todo, hay que verla si, como yo, fuiste un niño rarito que se perdía en esos mundos imposibles que los escritores infantiles habían creado para que pudieras entender que el mundo era mucho más de lo que el rebaño te había dicho.
Dónde verla: En Netflix
Cuánto dura: 1 temporada
Puntuación (inventada por mi): 9,5/10 (la perfección no existe)
Esta selección lleva mucho de mi, ha sido mi propia catarsis de final de año que parte de un ejercicio propuesto por un maestro de vida que, realmente y por encima de todo, es mi agente literario. La persona que se sigue empeñando en que no deje escribir aunque yo sienta que ya lo he dicho todo. El que me recomienda series oscuras que me ayuden a aceptar mis propias contradicciones y a ver la luz que esconden las tinieblas.
El año llega a su fin, y, aunque nos parezca mentira, olvidaremos todo aquello que vivimos y lo que dejamos de vivir.
No se borrarán los sentimientos profundos, las pérdidas, el dolor, quedarán marcados como cicatrices de todo aquello que nos hacía sangrar en aquellos días distópicos en los que tuvimos que dejar de correr y pararnos a ver pasar la vida. Esto también pasará, como pasan aquellas cosas que un día creímos infinitas.