Lo único bueno que tienen los días de lluvia y el frío otoñal, es la posibilidad de pasar la tarde en casa disfrutando de una buena película. Los días grises me dan ganas de ver cine del de antes, blanco y negro mostrando historias de las que ya no quedan. Por eso, inspirada por este cielo nuboso, voy a comenzar con un ciclo de cine clásico, cintas imprescindibles que pasaron a la historia y que siguen siendo una buena opción para los amantes del séptimo arte.
Para comenzar, nada menos que la que está considerada una de las obras maestras de la historia del cine, Ciudadano Kane. Debo admitir que fue mi tarea pendiente durante mucho tiempo, pero en el momento que la vi entendí porque era, es y será mítica.
Orson Wells, no era sólo un amante del cine, un director innovador o un orador capaz de hacer saltar la Guerra de los mundos del papel a la realidad. En Ciudadano Kane demuestra ser todo eso, y mucho más, sus dotes como actor, ese don para elegir el plano adecuado y esa habilidad para componer en torno a una sola palabra todo un universo, hacen de esta película una joya imprescindible.
Charles Foster Kane es, para todos los que lo rodean, un hombre afortunado. Fama, dinero y poder han llenado su vida de éxitos, sueños cumplidos y bellas mujeres. Pero cuando todo termine ¿quién quedará para recordar la persona que fue, para llorar al verdadero hombre?.
Basada en la vida del magnate de la prensa Hearst, Ciudadano Kane supone una mordaz crítica del poder y las vidas arruinadas en favor de la ambición y el dinero. «Rosebud…» una simple palabra será el hilo conductor que lleve a descubrir el vacío que llenaba por completo la vida de Kane. Aclamada por la crítica, pero con poco éxito de público, la opera prima de Welles ganó un Óscar al mejor guion original para Herman J. Mankiewicz y el propio Welles.
Disfruté y sufrí viendo Ciudadano Kane, admiré su cuidada fotografía, las perfectas actuaciones de todos los actores (la mayoría de ellos eran nuevos en el cine), el carisma de Welles llenando la pantalla y sentí tristeza por la vida que pudo haber sido, resumida en una frase del propio Kane “Si no hubiera sido tan rico, habría sido un buen hombre”.
Una película que, tantos años después, sigue siendo imprescindible.
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