Envidio a la gente que se puede evadir cuando sueñan. Que viven aventuras en otros cuerpos y sin conciencia propia. Los sueños lúcidos son un castigo o al menos yo aún no les he encontrado el sentido. ¿De que me sirve tener pleno control de mis sueños?.
¿Cuándo conseguiré alcanzar la paz durmiendo?. Cuando cierro los ojos busco soluciones a problemas, viajo a países que ya conozco, hablo con personas que se que no existen pero que parecen reales. Todo es una ilusión tan nítida que me lleva a dudar de la propia realidad. Se supone que debe existir una diferencia entre los sueños y lo que vivimos al despertar.
¿Qué pasa si esto no es así? Para mi hay días que se convierten en un continuo espacio temporal y mi mente no encuentra descanso. A veces querría escapar a quién sabe que lugares y no recordar nada al despertar.
El otro día soñé una autentica pesadilla que esconde mucho más. Tengo miedo a que vuelvan los dramas del pasado. Esos de los que escapé mediante risas y bromas. Ya no me queda fuerza para enfrentarme a más demonios. Pero me persiguen en mis sueños. Ojalá existiera la manera de evitar que esto fuera así.
La realidad, esa que se supone que vivo cada día, es para mi tan solo un sueño. He soñado que me quemaba y lo he sentido tan real que al abrir los ojos las manos me ardían, he decidido volar y lo he hecho con la plena convicción de que nada me pasaría. La única diferencia entre este mundo y el otro es que en este no puedo volar, o a lo mejor si, pero como me han hecho creer que no puedo, aún no lo he conseguido.
Escapar, huir y esconderme no son acciones propias de mi. Se enfrentarme a los fantasmas y los problemas. Pero no me apetece volver a hacerlo. Se que no puedo escaparme y huir de la realidad, de las realidades, que me atormentan.
Creo en el budismo porque es la única religión que parece entender el mundo como yo. Todo es una ilusión creada por nuestra mente. Matrix nos reveló un secreto que no quisimos aceptar y seguimos pensando que todo esto existe, que lo que vemos está ahí porque somos capaces de tocarlo. ¿Qué pensarían todas esas personas si tuvieran la misma sensación en un sueño? Si fueran capaces de sentir el viento en la cara, el calor en las manos y el tacto de las monedas que caen al suelo. Entonces se disiparía ese sentido de realidad que nos acompaña. Esa certeza absoluta de que todo aquello que me rodea existe porque puedo verlo, puedo tocarlo.
No me importa de donde venimos ni a donde vamos. No son cuestiones que me preocupen. Pero si me afecta el hecho de que esta vida es única. Y parece contradictorio que crea en algo así cuando la reencarnación es una de las pocas certezas que atesoro. Sin embargo, el hecho de que existan distintas vidas no cambia nada. Nunca volveremos a estar aquí, nunca volveré a ser la misma persona que escribe esto.
Ni tan siquiera cuando hayan pasado unos minutos, unas horas. Puede que escuche una canción que me remueva algo que creía escondido. Que me cruce con una persona que me enseñe algo que yo pensaba que era totalmente diferente. ¿Dónde estará entonces la persona que escribe esto?. La esencia permanecerá pero el cambio hará su efecto. Tal vez no de primeras. Quizás tenga que esperar un poco para ver una diferencia con mi yo actual. Pero cambiaré. Algunos lo llaman madurar. No creo que sea eso. Algunas personas asumen los cambios y los usan para avanzar. Otras sin embargo se quedan bloqueados ante ellos y deciden dar un paso atrás.
La vida, el paso del tiempo, no es capaz por si solo de hacerte más maduro, más sabio. Es un gran trabajo interior el que lleva a conseguirlo. Ahora que el tiempo ha pasado y la vida ya no pesa como antes empiezo a entender muchas cosas.
Principalmente entiendo que nada es eterno ni tan importante como parece. A veces creemos que el mundo se acabará por un determinado problema. Otras pensamos que todo es de color de rosa gracias a esa persona que acabamos de conocer. Pero todo pasa, y todo llega. Es mi frase favorita porque es real. Nada permanece igual. Ni siquiera algo material que consideremos perenne. Ni siquiera una roca es inmune al paso del tiempo, la erosión del viento o la lluvia.
Si realmente creemos en esto ¿Qué es la vida?. Para mi no es más que un sueño en el que tenemos todas las herramientas pero no sabemos usarlas. Y seguramente seamos capaces de volar pero como no lo creemos, jamás lo intentaremos. Y si hay algún loco que lo intenta, su percepción de la realidad le hará sentir miedo y acabará por estrellarse.
Antes no me paraba a pensar ni a escucharme. Vivía una vida vacía que yo creía llena de todos los momentos del universo. Me alegro de haber vuelto a mi esencia. A ser la niña a la que le daban igual todos porque sabía que ese momento pasaría y algún día se convertiría en pasado.
Tenia cinco años cuando fui consciente del paso del tiempo. Iba en la furgoneta de mi tía con ella y con mi madre. Y pensé algo, cualquier tontería y me di cuenta que mientras que pensaba eso el tiempo había pasado y no podía retenerlo. Era incapaz de volver atrás, atrapar ese pensamiento y hacer que no existiera. Por suerte, a la vez que comprendía lo efímero del pensamiento, la velocidad de la mente, también entendí la importancia de la palabra.
De la palabra escrita, como el tiempo me ha ido demostrando. Las palabras dichas carecen de sentido. Nos dejamos llevar por las emociones y sentimientos como la ira o el miedo nos llevan a soltar comentarios que deberíamos haber controlado.
Escribir es diferente. Es un eterno dialogo con la única persona que puede y debe conocerte. Tu mismo. Y siempre puedes borrar, tachar, suprimir, sustituir. Pero cada palabra escrita, tiene significado. Por eso cuando vuelves a leerlas te dan la perspectiva que en el momento que las escribiste no tenias.
Te he echado de menos demasiado tiempo. Me alegro que hayas vuelto a tu hogar. A ti misma.
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