«Mejor que hablen mal de ti, a que no hablen» viejo dicho popular aplicable a varias facetas de la vida que últimamente parece ser un elemento común en el mundo de la publicidad. Unas palabras que encierran una gran verdad, lo que no se ve, de lo que no se habla, no existe.
Los publicistas y sus ideas se enfrentan al difícil reto de sorprender a una audiencia saturada de información, imágenes y productos a la que difícilmente sorprenderá un simple anuncio. Existen, sin embargo, algunos elegidos que logran traspasar el limbo y alcanzar la efímera fama durante sus escasos segundos en antena. Popularizado el producto, consolidada la marca, en el mundo existen dos grandes marcas de refrescos de cola pero solo uno logra crear expectación antes de sus comerciales.
Inmersos en este mundo de la información actualizada al segundo, muchas marcas buscan medidas innovadoras y en algunos casos desesperadas, que les permitan avanzar, impactar, elevar su spot al olimpo de las grandes producciones y ser recordado. Unas veces funciona y logras la inmortalidad y otras tropiezas y te conviertes en la mofa de las redes sociales, en un universo, twitter, implacable con los fallos.
Loewe y sus niños pijos están de moda, temática superficial, música poco adecuada y un estilo algo estrambótico. Un reflejo de la sociedad española (según la marca) que no ha sentado nada bien a una juventud preocupada y en lucha por un futuro digno.
Insultos, mofas y críticas prenden la pólvora que eleva a hastag como #AcampadaLoewe al pódium reservado para los Tendring topic. Abucheos para Loewe y escarnio público para sus actores. Tras las risas, llega la jornada de reflexión, momento para deliberar sobre si fue una moda pasajera o el anuncio realmente ha causado efecto. Entonces lees esta noticia, en la que se entrevista a una de las protagonistas del polémico anuncio, y al ver la otra cara de la moneda reorganizas tus opiniones y surge una duda ¿realmente ha sido un spot efectivo?. Hay distintas opciones, si Loewe quería dar que hablar sin duda lo ha conseguido pero si el objetivo era incrementar las ventas, resulta más difícil predecir un final positivo. Y mientras tanto unos detestan el anuncio y otros lo adoran, pero nadie tiene claro que pretendía la marca con todo esto.
Los que no pueden permitirse un Loewe, tampoco podrán después de ver el anuncio, y probablemente tampoco lo quieran o lo necesiten, y aquellos que si que pueden y quieren seguramente esperan un recordatorio mejor para seguir comprándolo. Tal vez resulte que nos hemos vuelto demasiado críticos, no aceptamos el más mínimo reproche pero cuando algo no nos gusta no dejamos títere con cabeza. Está bien protestar y hacer valer ese gran derecho que es la libertad de expresión y opinión, pero como decían en una gran película «la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado».
«Por lo menos se han reído, de nosotros, pero se han reído» quedémonos con las risas que con tanto odio esto de la crisis se nos está yendo de las manos.