Hace mucho, mucho tiempo, me encontraba en un lugar oscuro en el que no había ninguna salida a la vista. Hice aquello que todos nos recomiendan y pocas veces escuchamos: buscar ayuda.
La encontré en un psicólogo que terminó siendo más mi coach y agente literario. En ese momento no podía escribir… y tenía miedo de no ser capaz de volver a hacerlo. Así que me propuso crear un alter ego literario o comprarme una mascota para que me hiciera compañía.
Está bien, le dije, me compraré un pez y le haré un Instagram.
¡Un pez! el animal más soso e insulso que insiste. Ya de paso llámalo Márquez, porque va a vivir 100 años de soledad.
Así empieza la historia y las #memoriasdeunpez que me ayudaron como catarsis de todo aquello que no era capaz de explicar. Nadie creyó en Márquez, solo yo. Y les demostré, que a un simple pez boina roja, le pueden pasar miles de aventuras en su día a día.
Fue mi proyecto más personal, íntimo y doloroso y hoy me apetece compartirlo con el mundo.